A Sasha le falta una patica, pero le sobran ganas. Se le ve caminar con paso tranquilo al lado de su papá, un reciclador de oficio que, como muchos otros, trabaja todos los días para que Bogotá esté más limpia y ordenada.
Hace cinco años, una historia dolorosa los unió para siempre. Desde entonces, se volvieron inseparables. Sasha lo acompaña en su ruta diaria, cruzando barrios, saludando vecinos y buscando materiales reciclables que otros dejan atrás.
En las noches, encuentran un lugar seguro: uno de los Centros Temporales de Acopio y Separación (CTAS), habilitado por la UAESP, en este caso, en Usaquén. Allí, su papá puede separar lo que han recogido durante el día, bajo techo, con luz, sin miedo a la lluvia ni al desorden. Sasha, mientras tanto, descansa a un lado, siempre vigilante.
Los CTAS no solo ayudan a organizar los residuos y a evitar que terminen en el espacio público, también dignifican el trabajo silencioso de quienes, como este dúo inseparable, hacen parte fundamental de la cadena del reciclaje.
Hoy, Bogotá cuenta con cinco de estos centros, y la meta es ampliarlos para que más recicladores y carreteros tengan acceso a espacios limpios, seguros y bien supervisados.
Sasha invita a la ciudadanía a sumarse a esta causa: separando los residuos desde casa, entregándolos al reciclador del sector y reportando los puntos críticos de basura en el espacio público a través de la Línea 110, la Línea 195 o los canales oficiales de la UAESP.
Sasha y su papá ya están haciendo su parte. Ahora faltas tú.